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Desarrollo Teórico en Vicente Matijasevic

La exposición “¿Hacia un nuevo humanismo?” hizo parte de su investigación “El Artista Impresor” y estuvo acompañada de un texto de este mismo nombre como informe final, texto que los evaluadores contratados por la Universidad mal comprendieron rotundamente, otorgándole la puntuación más baja en la historia de las investigaciones de la Universdad de Caldas.


Pese a ello su autor siguió indagando el tema desde sus repercuciones teóricas. Y al texto “El Artista Impresor” siguieron otros que ahondaron ese asunto: “Las Paradojas del Grabado” en primer lugar “Siglo XXI Masificación” en segundo lugar, “El Original Repensado” en tercer lugar y “Bellas Artes 80 años” en cuarto lugar.


El texto “Las Paradojas del Grabado” permanecía inédito hasta esta publicación en la web. Mientras “Siglo XXI Masificación” fue publicado en el catalogo (como una de las ponencias) de la exposición del Museo de Arte de Pereira “Maestros a Fin de Siglo”en el año 2004. “El Original Repensado” fue la ponencia central de la expsosición individual “Dibujes (ruido redivivo)” que Vicente Matijasevic presentó en el Museo de Arte de Caldas en el año 2006. Mientras “Bellas Artes 80 años” aparece publicado por primera vez en la web, empapado de una remembranza conceptual de las diversas ideas que se mezclan mal en el seno de las Escuelas de Artes y que aparecen a su vez traspasadas por los turbios criterios tradicionales de un original también mal entendido.


Está claro que muchas veces en la historia de la cultura aparecen conceptos de una claridad meridiana que fácilmente se comprenden como evidentes, una vez han surgido, pero que pese a ello, antes de su hallazgo, alguna circunstancia logra mantenerles ocultos e inalcanzables y solo una compleja reflexión puede sacarles a flote.


Tal es el caso de los conceptos “Original Tocado y “Original Visto” los cuales parecían forzados a mantenerse difusos en la cosa que suele llamarse obra de arte a secas. Los cinco textos nombrados desnudaron una realidad: Que gracias a las grabaciones digitales puede llegarse a un punto en el que una imagen (si se la graba con las especificaciones suficientes) sea más perdurable en cuanto a cómo su autor la vió al construirla, que lo que durará la cosa misma que el autor tocó y construyó como obra física.
La obra ha saltado por ello escindida en obra físico-táctil de un lado y obra visual del otro lado y todo este conjunto de reflexiones apunta a un reclamo cultural para que la sociedad del siglo XXI empiece una nueva andadura en las Artes Plásticas: El reconocimiento obvio de que tales Artes Plásticas son un arte de lo visual y no de lo táctil y por ello deberá ponderar el valor de lo visual mismo, que puede ya anidarse satisfactoriamente en la grabación computacional y no en lo cósico del objeto-físico-tocado por un autor.


Por toda esa vía salta también un llamado para que el arte plástico renuncie a ser una moneda de transacciones coleccionísticas y exclusivas tornándose en un coleccionismo de emociones visuales equivalentes por ejemplo al coleccionismo de emociones auditivas que logró ser la música desde hace tanto tiempo.


Ha de ocurrir aquí que el acto de fijar unas sustancias crómaticas en un sustrato, capaces de emocionarnos profundamente, fue un encargo que solo la mano y los ojos de un autor habían logrado exitosamente a causa de dos cosas:


Primero: Una tenaz reticencia de las sustancias visualizables a ser no solo grabadas sino multiplicadas satisfactoriamente, en el sentido de que su grabación nos permitiese hacer proliferar de un lado el tiempo de aquella emoción visual inicial, que parecía anidada en primer término en la psique de un autor y que él logro trasladar a un escenario extra-psíquico (es decir físico, cósico, objetual) para repetir su ocurrencia al antojo del autor mismo o de los espectadores y nos permitiese hacer proliferar del otro lado los espacios de la obra misma al conseguir que ella no exisitiese en un sitio único, sino en varios sitios, según cuantas cuasi-copias manuales o mecánicas pudiesen obtenerse de ella.


De muy antiguo se reconoció que las copias manuales contenían en sumus gestual personalísimo de cada autor, de suerte que nadie más que el autor mismo conseguiría replicar manualmente su propio trabajo de manera satisfactoria. Y ante ello y la imposibilidad de motivar a un autor a replicar manualmente sus obras, se intentó replicarlas mecánicamente. Mas las problemáticas de esa mecánica fueron debastadoras al punto que mientras la grabación del sonido se logró en 1870 de manera más o menos satisfactoria, las grabaciones de lo visual artístico bidimensional, si bien arrancaron con la fotografía por la misma época, un segundo motivo las complicó aún más.


Segundo: La inteligencia visual humana marca un punto tan preponderante a nivel de todas sus variables de intereses psíquicos, que nadie quiere conformarse con ver algo distinto a lo que el autor creó como obra.


Ahora bien, todos sabían que la obra de arte (como cosa) se envejecía y que ese envejecimiento la trastocaba en menor o mayor medida. Y a la vez sabían que cualquier copia o grabación mecánica que de ella se lograse (principalmente fotográfica) era aún más inestable que la obra original misma. Por ello toda la atención se volvió sobre el original que devino sobrevalorado, mitificado.


Pero la grabación digital ha volcado ahora el asunto: si se especifican con suficiente claridad las características de su metodología, por primera y unica vez, la grabación digital puede durar más y ser más estable y propicia para una multiplicación del tiempo y del espacio (de unos ritmos gráficos que dormitan en la obra de arte bidimensional) que lo que fue aquello que solía llamarse “el original”, por lo cual tal original mítico y sobrevalorado explota escindido y se desvaloriza totalmente en esa explosión, convertido en “original tocado” de un lado y “original visto” del otro.


Solo resta que la ingeniería electrónico-mecánica masifique y abarate la reproducción de texturas no solo visuales sino táctiles sobre una superficie, para que el antiguo original venerado, sobrevalorado y convertido en moneda transable exitosísima, abandone ese éxito.


Bienvenido ese día, porque las Artes Plásticas bidimensionales hace muchísimas décadas se resienten nefastamente del valor absurdo de tal original tradicional que llevó a las gentes a volarar una obra porque estuviese única y originalmente en un solo lugar, antes que al hecho de que les emocionase visualmente.


Funsionaba un absurdo: puesto que las principales obras originales del mundo eran objetos sagrados y únicos, se sacralizó cualquier tontería que fuese única y el arte plástico bidimensional se reciente día a día por ello.
Bienvenido el final de semejante equivocación.


Todo este proceso de análisis que se presenta aquí sucintamente en esta introducción, se desarrolla con detalle en los cinco textos nombrados que se transcriben a continuación, incluyendo después del primero, las actas de los calificadores que lo rechazaron y la respuesta del autor a ese rechazo.

 

 

 

 

 

 

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